25 enero 2012

MANOS





Adoro las manos de los hombres. Siempre es lo primero que miro. Más que nada cuando tienen dedos largos y fuertes. Juro que me costó tanto hacer lo que hice… sobre todo por esas mágicas manos, esos dedos encantadores… yo no quería hacerle daño pero él me obligó. Ellos me obligaron. Ahora ya no está él, ni sus blancas manos de dedos espigados. Todo por su propia culpa, y la de su esposa, que ni siquiera porque le envié el dedo del anillo dorado se dignó a pagarme el dinero del rescate.