Panorama
Interzona. Narrativas emergentes de la Argentina, de Elsa Drucaroff (comp.) Buenos
Aires: Interzona Editora, 2012. 310 páginas.
Lucila Rosario Lastero
En
los últimos tiempos han surgido, en el espacio nacional, escrituras cuyos
autores rondan entre los 20 y 40 años y cuyas características estilísticas y
temáticas son novedosas y, en algunos casos, transgresoras. Sin llegar a
conformar un núcleo en el que se identifiquen verdaderos rasgos de semejanza,
se puede observar en estas producciones, sin embargo, algunas herencias
predominantes, que actúan a la manera de ideosemas,
en términos de Cros.
Elsa
Drucaroff ha reunido un grupo de textos que responden a estas características
y, estableciendo continuidad con su anterior publicación Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en la
postdictadura, ha producido un
“panorama”, como ella misma lo define desde el título, de creaciones
emergentes. La editorial propulsora de
la idea es Interzona, proyecto de reciente aparición, y cuya intención es
difundir literatura nueva e impulsar talentos antes ocultos.
La
selección incurre en la prevalencia de escritores de Buenos Aires, tanto de la
Capital como de la provincia. En sus biografías, se menciona que algunos
llegaron de otros países a integrarse a la vida bonaerense. Se suman a ellos un
escritor de Córdoba, uno de Mendoza, uno de Santa Cruz y dos de Chaco. La
exacerbada presencia de autores de Buenos Aires quizás deje latente el deseo de
que aquella mirada panorámica se hubiera extendido un poco más allá y hubiera
alcanzado a otros autores de provincias.
La
pregunta que sirve de eje a la selección es ¿qué escriben los jóvenes “después
de”? Ese “después de” se detiene básicamente en dos hechos fundamentales de la
historia argentina: la dictadura y la crisis del 2001. La autora explica, desde
el prólogo, que la búsqueda fue hecha considerando a autores nuevos, poco
conocidos, que ya comienzan a sobresalir pero que tienen pocas o ninguna
publicación. También precisa, en su introducción, lo que entiende por “narrativas” y postula el sentido amplio de la
narratividad. En efecto, si bien en la selección predominan los textos
narrativos, también hay poesía, teatro y crítica, y cada uno de ellos presenta
interesantes variaciones a los géneros tradicionales.
Panorama Interzona
se divide en bloques precedidos por un título y una breve explicación de la
temática conductora de los textos agrupados en cada segmento. Los títulos son
fragmentos de canciones de rock nacional -música tradicionalmente asociada con
los jóvenes, con la ciudad y con la política del país- que sugieren diversos
planteamientos. “Divina TV Führer”, “Jóvenes lobos quemándose de amor”, “Cuando
la mentira es la verdad” y “¿Qué escribe en mi pared la tribu de mi calle?” son
algunas de las frases que sirven de bisagra a las diferentes series de textos y
en los que se destaca la presencia de Los Redonditos de Ricota junto a, por
ejemplo, Divididos, Bersuit Vergarabat, Luis Alberto Spinetta. El rock como expresión
de la cultura juvenil y urbana se fusiona entonces con la literatura para dar
pie a ficciones que hablan desde una mirada crítica y abordan la violencia, los
medios masivos, el sexo, el exterminio, entre otros. Estas temáticas
recurrentes y resignificadas, que podríamos identificar como ideosemas, son denominados, ya en Los prisioneros de la torre, “manchas
temáticas” por Drucaroff.
Entre
estas narrativas emergentes transgénicas se destaca por ejemplo el texto de
Bruno Petroni que, en clave de ciencia ficción, se refiere al morbo promovido
por los medios masivos de comunicación con respecto a los cadáveres que
aparecen en la ciudad. Otro interesante análisis de los medios masivos se
despliega en “El casting”, de Sebastián Kirszner, dramaturgo considerado como
uno de los más importantes de su generación y ponderado por Jorge Dubatti. Hay textos que se detienen en las ausencias
familiares, como “Conversaciones”, de Azucena Galettini. Autores como Hugo
Salas y Eva del Rosario escarban en los secretos de la sexualidad y de las
relaciones homosexuales, hasta el punto de revelar la perversidad que ronda en
torno al sexo y sus expresiones. Entre las escrituras que incursionan en
imágenes escatológicas, nos encontramos con “Estaba meando”, de Federico Torres,
poesía provocadora que, además de transgredir la estética propia del texto
poético, incluye a Jesús como personaje, desmitificando completamente la figura
religiosa. Otra poesía desacralizadora es “El gaucho Martín Fierro”, de Oscar
Fariña, que revive en clave de lenguaje de la villa el clásico de José
Hernández. “Rodeo. Monólogo en tres
actos”, de Agustina Gatto, es una obra de teatro que le otorga la voz a un
gaucho nostálgico de tierra extranjera. En “Casa Choff, la lluvia del
invierno”, de Susana Campos, aparece el discurso sobre los montoneros y sobre
sus estrategias de ocultamiento y preservación en la época de la dictadura.
“Locutorio”, de Daniela Allerbon reúne en un mismo escenario urbano, el de las cabinas telefónicas, voces que dan
cuenta de dos conflictos alienantes: la inmigración y la desocupación. Como en
esta selección no faltan tampoco los textos críticos, Sebastián Hernaiz en
“Sobre lo nuevo: a cinco años del 19 y 20 de diciembre” analiza el fenómeno de
la literatura post 19 y 20 de diciembre y Sol Echeverría se refiere a los
textos publicados a partir de los 90 que discuten con el realismo, otorgándole
la impronta metatextual al panorama. El
apartado “Cuando la mentira es la verdad. Narrativas del saber” incluye
escritos que cuestionan el lugar de la teoría y la crítica en el análisis de la
cultura.
Panorama Interzona
es una apuesta a pensar cuáles son las nuevas escrituras que están surgiendo en
Argentina, a partir de un trayecto de lectura que aborda diversos estilos y
núcleos temáticos. Sin duda, este panorama, este punto de vista desde una
ventana, deberá volver a enfocarse dentro de algunos años, para detectar qué
cosas de ese paisaje quedaron, qué cosas siguen brillando -o brillan mejor aún-
bajo el sol de la literatura argentina.