08 diciembre 2016

USA

Desde mi lugar en la fila, la escucho. Es una voz femenina fuerte, autoritaria. Sale de la ventanilla del medio en la sección de entrevistas para la VISA a los Estados Unidos. Dice "Lo siento mucho, su VISA no puede ser otorgada". El sentenciado gira para irse, apesadumbrado. Es un chico joven, bajito, muy morocho.
Me ataca otra vez ese sentimiento escandaloso, que me apaleó tantas veces en la vida, hasta casi matarme. El miedo atávico a ser rechazada. ¿En qué momento se me ocurrió intentar tramitar un permiso para viajar a los Estados Unidos? Como si no supiera sobre la rigidez las políticas de migración en Estados Unidos. Como si no supiera cómo soy yo, morocha, petisa, con cara de musulmana, de hindú y de indígena.
La vicecónsul en función de malvada es idéntica a Beatriz Sarlo. Así de bella, así de pomposa con su pelo completamente blanco y sus ojos cristalinos y profundos. La vicecónsul y Sarlo me inhiben completamente. Me recuerdan la debilidad de una simple e ignorante mortal ante la dueña de toda la belleza y la sabiduría de los años de estudio.
Por eso cruzo los dedos para que no me vaya a tocar con ella. Pero la sucesión de gente en una fila de acceso a cinco ventanillas es un foco candente de puro azar e imprevisibilidad. Me toca con la señora Beatriz.
Me hace las correspondientes preguntas. Sonríe mientras me dice que estoy aprobada. Salgo contenta y aliviada. Recién mucho más tarde, me doy cuenta de que aprobé la VISA y no un examen de Literatura Argentina. Algún día tendré que resignarme para siempre a mi ignorancia en la materia.          
   

No hay comentarios: