Adoro las manos de los hombres. Siempre es lo primero que miro. Más que nada cuando tienen dedos largos y fuertes. Juro que me costó tanto hacer lo que hice… sobre todo por esas mágicas manos, esos dedos encantadores… yo no quería hacerle daño pero él me obligó. Ellos me obligaron. Ahora ya no está él, ni sus blancas manos de dedos espigados. Todo por su propia culpa, y la de su esposa, que ni siquiera porque le envié el dedo del anillo dorado se dignó a pagarme el dinero del rescate.
3 comentarios:
Excelente microrelato de serie negra, me gusta el final inesperado... se parece un poco a los relatos que me gusta escribir.
Lucila querida, qué lindo encontrarte....muy bueno el microrrelato, lo he disfrutado.
Saludos desde Córdoba.
Lily Chavez
Lucila querida, qué lindo encontrarte....muy bueno el microrrelato, lo he disfrutado.
Saludos desde Córdoba.
Lily Chavez
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